dogo argentino venta lima

DETALII PROIECTE
4 septembrie 2015

dogo argentino venta lima

Llevaba un abrigo blanco y una pañoleta roja le cubría la cabeza. Charlo un poco con Soni mientras seguimos acostadas, yo bocabajo y ella de lado. Ha sido profesora de los departamentos de Ciencia Política y de Filosofía de la Universidad de los Andes y profesora invitada en la Universidad Autónoma de México. Está dispuesta incluso a confesar los delitos sexuales que comete con Luciano. Los abrazos deben ser impersonales. Le dije que Verónica quería saber si ella era la paciente a quien había curado de un problema de garganta en el Hospital de Suba (me aseguré de decir paciente y no niña o adolescente). Pienso en los órganos que funcionan dentro de sus cuerpos reales y me pregunto si serán iguales a los nuestros, a los que seguramente ahora los médicos sacan con premura y delicadeza de tu cuerpo; o si serán diferentes, los órganos reales, de sangre azul y carne negra. Sostiene la tradición del jugo de naranja y de verdad, de verdad, ahorra tiempo y esfuerzo. Es algo así. —preguntó. Pero no podía cerrar los ojos por miedo a desvanecerme y caer en algo que no tenía fondo. Dejé de pensar. Hacía tres semanas ya que no vivía en la casa de Poli y yo sabía por qué. Me encuentro inscrito en el Registro Nacional de Criaderos y Vendedores de... Zapatillas SIN USO originales marca Dogo. Y me asusta luego no saber quiénes irán por ahí con tus órganos dentro, como si fueran de ellos y no prestados. Guanajuato, Hermosas cachorritas Bull dog calidad exposición, Coacalco de Berriozábal, Quería friccionarme en su pecho como un gato y oler a él por siempre. En casa se quita la ropa húmeda en el umbral de la puerta. No conoces a las invitadas. Nació Tabú, dice el tío, y bota una ola de humo que llega a ella en un golpe seco que le entiesa la barriga. Prendo la televisión y me siento en el sofá. Sus ojos negros ardían bajo el neón parpadeante del local. Las niñas del colegio católico comparaban en el laboratorio de Biología sus senos nacientes bajo las camisas blancas de alforzas, y ahí Emilia fue clasificada en el reino de las planarias filo platelmintas. Cuando llegamos, la piscina estaba llena de agua y hojas secas. Una vez. Su libro de cuentos Vine a buscar el desierto fue ganador del Premio Libro de Cuentos Inédito 2018 de la Alcaldía de Medellín, y actualmente se encuentra en proceso de edición. Ella sabe que acaba de prender un tabaco y que está mirando uno por uno los treinta búfalos traídos de la costa que pacen al otro lado del río. —Se me ha vuelto una pesadilla —me confesó—. Quise alejarlo empujando su pecho con mis pies, pero quedó a mi lado, y estando allí no sólo podía mover sus dedos y su mano, sino también su muñeca y antebrazo. Resiste, Susi, resiste, concéntrate en algo, contemos. Aprovecha. Dogos puros . Su silencio me mortifica. El lápiz cayó de entre las páginas y rodó debajo de nuestras sillas. Aunque estuviera igualita que siempre, de punta en blanco y con el pelo como un casco de donde ninguna hebra osaba salir, la disposición de su cuerpo y la concentración emocionada en sus ojos la hacían parecer joven, como en la foto del río. 'account_email': readCookie('email'), Su pelo rubio natural le recuerda a Leticia los documentales de Woodstock que veía con su papá todas las noches antes de dormir. En la luz tenue de la entrada noté que no sonrió cuando crucé la puerta. Las chupa a toda carrera. Camina hacia el balcón. ¿Qué tal enviarle una tarjeta de regalo para que vaya al cine con las amigas? Todos la sabían ingenua. Y esto en medio de clases divertidas de pintura, canto, baile y teatro que buscaban honrar a Dios. Hacer que todo se vaya. Ajá, pero tienes que quitarte los zapatos, huelen mal, dice ella y luego un deseo de taparse la boca. Y si no amamanta lleva en sí una promesa que llegado el momento se cumple, ¿será ese aspecto lo que subyace en el entusiasmo que despiertan? Como esa lama que se adhiere a las rocas y las mancha para siempre. Solían tener cosas que hacer los fines de semana. Un número privado llama a mi celular.] La bola que mantenía su cuello altivo y en movimiento desapareció por la alcantarilla cuando vaciaba la piscina. No debiste, porque en vez de sentarse a comer esas galletas contigo, él te dejó en la mesa sola, recogiendo migajas con un dedo. Yo me fui detrás. La decisión no fue fácil. Una historia con puntos de giro como la entrada deus ex machina de Luciano en este momento. Los argentinos somos todos así. La mesa estaba enterrada en documentos y libros de cuentas. El dolor que siento se propaga hasta las clavículas y se disuelve en sudor frío. Ayer Karol me contó que la semana entrante va a cumplir dieciséis años y estoy viendo cómo mandarle algún regalo, aunque aún no se me ocurre bien qué. Eras absurdo. Pañales. Al verla manchada de sangre, infla el pecho como un buzo entrenando apnea y lo desinfla en una exhalación que despeina a Leticia. Más que llorar, gemía como una loba herida. A veces lo atropellaban, otras veces le pegaban un tiro, lo secuestraban y aparecía botado en una zanja, otras, lo encontraba colgando pesado en la mitad de la sala. Se para de la cama sin ropa y va a la cocina a picar un par de aguacates con tomate y queso. Últimamente Karol y yo nos hablamos cada domingo en la noche. 4. Se acerca a la puerta y antes de brincar a la salida le dice a la del mensaje que él no la merece. Pero es muy aburrido peinarlo. Independientemente de la causa o el grado de violencia, me sudaban las manos; se me apretaba la boca del estómago, como si los pulmones se me llenaran de gravilla; se me secaba la boca y la saliva viajaba por caminos diminutos hasta mis ojos, que se ponían húmedos, viscosos y salados. Hay tres platos alineados con la comida servida. A veces la fantasía era placentera y me daban ganas de cagar. Liliana sentada en la cara de Diana moviéndose como licuadora. Pensé en mostrarle mis dedos, pero la imaginé respondiendo «normal» o «ahora se te quita», y no diciendo que se veían como las arrugas en la piel de un elefante. Un viejo hábito para no despertar al chandoso de pelo ensortijado que le hace la vida imposible. Controlarla. Oigo un ruido y presiento que el bebé va a empezar a llorar. ¿Hijos? ¿O en la planta del pie?, sugerí. Leticia engulle tres mentas a la vez. En el avión se formó una fila larga de pasajeros que avanzaban despacio hacia sus lugares. Levanta la pelvis, gatea, empújate otro trago. No me gustan los payasos ni aunque sean de madera. —¿Y está comiendo bien? Me quedé alerta, con los ojos abiertos, inquieta por no poder ver la salida del sol. ¡Compra y vende al mejor precio en Milanuncios! Un par de semanas después de que comenzara la venta despiadada de sí misma Verónica me confesó que se sentía especialmente culpable. —El enano ríe. Fátima Vélez (Manizales, 1985). Al tío quizás le haría gracia saber que a ella le encanta el olor a boñiga. Los ovarios son dolores huecos como embudos, empiezan grandes y luego se intensifican en el punto en que desaparecen. Se peina y despeja la cara con ambas manos. Exhalación de cabaret. Mantuve la calma porque nunca nadie había sacado leche de mis pechos, pero tuve ganas de correr y encontrar de camino a casa a alguien que me cogiera en un callejón, bajo la lluvia. Ella se limpia la cara, no quiere que la vea llorar. Así lo imagino ahora, aprovechando el diminuto silencio que se forma mientras eleva una mano y desciende la otra al tocar el cununo, para irse al río y volverse pescador de mi espalda. Su madre le alargaba compresas tibias de brandy y limón, el secreto de las tías voluptuosas, y cuando el método etílico fracasó probaron con las cremas milagrosas, potenciadoras de grasa corporal que en poco tiempo demostraron su ineficacia. Soni se da cuenta de mi inexperiencia. Se vende costal de croquetas, Líquido entrenador en spray para cachorros marca Golden, ... a tenido. El SkyLine atravesó el aire azul helado que separaba los dos terminales. No era tu piel suave, incluso después de tantos años, más suave que la mía y más blanca. Estábamos los dos de pie en la sala de su apartamento en el centro de Bogotá. Los secretos pequeñitos que comparten las personas que se quieren: las frases inconexas que remiten a una conversación feliz, los besos detrás de las rodillas y sus efectos hasta entonces desconocidos, los odios gastronómicos. Piratas tambien hay. Karol Alejandra Guevara Rosas. La creía incapaz del afecto, en general. Succionó mucho más y se sació. Corto el aguacate en dos, le saco la pepa con el cuchillo, con la cuchara le quito la cáscara, lo parto en cuadritos y le echo sal. Se expande el deseo. Vuelven a la tierra las lombrices. Quizás lo hago para reafirmar que el sexo está sobrevalorado y que las mujeres que viven de ello están tan insatisfechas como yo. "; Otra cucharada. La pañoleta formaba pliegues muy ligeros sobre su cabeza pequeña. Él calla. Ahí estaba yo, en calzones y brasier, subida en un cojín, mirando mi reflejo diagonal, bajo una luz difusa y pareciéndome mucho y muy poco a una persona que nunca conocí y sin la cual yo no podría estar viéndome en ese momento tan parecida a ella. Es que no has podido adelgazar de la cintura para abajo, muñecona. 8. Ella se recuesta en la puerta que dice «No recostarse», a nadie le importará, y se baja seis estaciones después. La comparación me pareció exagerada. Drogas. No sé si me dijo la verdad. Seguro ahora los de la funeraria están rellenando tu forro quién sabe con qué. Cachorritos de 2 meses de edad, comiendo croqueta sólida, excelente estructura, compactos y molosos, vacunas y desparacitaciones de acuerdo a su edad. De mi entrepierna salió un disparo de lluvia. El médico me aprieta la mano repitiendo como un mantra «ya, ya, ya». Ácaros —sentenció el médico. Supongo que podríamos seguir hablando desde la distancia, pero intuyo que ya no sería lo mismo (viendo lo que pasó con Verónica). Mete la mano en la bolsa del supermercado y encuentra sólo una barra de mentas. El tío le abre un espacio y ella se acuesta a su lado y trata de acomodarse. Aunque llevo considerando la idea hace tiempo, sólo hasta hoy decido sacarla de la fantasía que reproduzco en mi mente para hacerme la paja cuando estoy sola. La escasez de carnes que antes molestaba a la modista pasó a ser pretendida de forma frenética a través de los métodos más invasivos. Nos montamos en el ascensor así, con un bebé a los gritos. Vergüenza porque me habían abandonado. Soy capaz. Sus manos estaban entrelazadas sobre su regazo y sólo llevaba una bolsa de tela violeta como equipaje de mano. Salgo y la ignoro. Los que ahora desplegaba eran tan pares y tan redondos como sus dedos de los pies (y también la suma de ellos), y esos no los resistía. . Él ante mis deseos. Ese día, separé sus pertenencias con cuidado y afecto. Trata de hilar una frase. El humo subía formando espirales concéntricas que flotaban contra el techo de la cabina transparente. Las yemas crepitan. Sabes que todo ese azúcar irá directo a engrosarte el mondongo en las caderas, pero igual te bebes entero el martini con lychees que te sirvieron en una copa de plástico rosada, de un rosado parecido al del peluquín de Frenchy en Grease y al de tu lengua golosa, mirringa mirronga, y al de tus encías glucosas, gatica candonga. Si sus calzones están rotos no es culpa de su mamá, es que a ella le gusta dormir con una mano entre las piernas y a veces se acaricia y se rasca tan duro que rompe los calzones. Ella se da besos con otras mujeres y eso nada más lo hacen las viejas cochinas. Lina Tono (Cereté, 1984). Baja California, Líquido entrenador para cachorros de varias marcas, BULLDOG INGLES CON PEDIGREE O PEDIGRI HEMBRA CELO, Mérida, ¿Si le da por buscar otra pócima letal después de todos estos abandonos? Casi me siento infame mintiendo descaradamente, mendigando un poco de sexo o atención. Ya. Camila se había ido a un paseo, Susana estaba en exámenes finales y María se había ido a Europa con su novio. Me recostó sobre la mesa y comenzó a desnudarse. La camiseta te tapa el queso por los siglos de los siglos amén. —Sí. Estuvimos en silencio hasta que se interrumpió la chirimía. Contaba todo como si estuviera hablando de alguien más. Conozca nuestras increíbles ofertas y promociones en millones de productos. Cambio el ritmo. Toma el gel y repite el procedimiento en el seno izquierdo, esta vez sin hacer preguntas. Creo que estoy embarazada, Luciano. Las dos trabajábamos limpiando casas en Sachsenhausen, que es un barrio de ricos lleno de árboles y turistas y casas con jardines. Invadida estuvo siempre. —No importa. 'path': 'segundamano.mx/listados', Eugenia, los perros y el atleta huyen del apartamento vencidos, muertos en un combate que parece suceder cada mes, en el mismo lugar y a la misma hora. En la televisión a Juanita la ungía doña Inés de Hinojosa. Todo lo que considero inadmisible de los hombres me lo permito ahora con las mujeres. Cuando le doblaba las piernas le quedaban aplastadas y llenas de rayas blancas. Me hundí siete veces más. }); No grites, por favor, Cecilia, tengo dolor de cabeza, dijo desde la silla donde permanecía quieta como una estatua, sentada, con su pava puesta. Al salir del consultorio no llamó a su chofer, que esperaba a pocas calles de distancia. Es cierto, los hombres me dicen que soy sexy. Pescarla en silencio. En su piel se refleja una luz espectral. Eugenia llama por celular. El hombre tenía las cejas pobladas y negras y parecía llevar varios días sin afeitarse. —Codea el agente gordo al flaco. De mi abuelo tengo poquísimas memorias propias. A un extraño jamás lo ha tocado. Mildred empezó a gemir con los mismos sonidos de su jefa, pues era lo que conocía: «Agg, agg, sí». Que está muy ocupada, que ya no tiene historias sobre el comercio de sangre pero que el sacrificio de ratones ha estado en un momento muy álgido porque tiene un reporte que presentar. Sabe que dentro de poco la dejarán y regresarán a su vida de turistas. La sangre la tranquiliza. —Se rio y yo me hubiera reído también en otro momento, pero no pude. No importa lo que tus ojos vean frente a frente en tu cama, ni los aromas que percibas, importa lo que los otros ven en las fotografías que publicas, importa lo que otros creen que tienes/eres. Qué anatomía tan ordenada, responde el otro, y te ves igual que los dibujos de los libros, esquemática y llena de espacios vacíos. No lo digo, pero lo pienso. El deseo se come el alma. Allá, una de las hermanitas les había hablado de sexo. Muchas cosas, pensé, pero me quedé callada. —Una voz desconocida, ronca, casi moribunda, habla desde el otro lado de la grúa—. Y me quedo dormida. Volví a cerrar los ojos pero no pude conciliar el sueño. Cébala. Se lo comía afuera del restaurante porque abominaba los espacios cerrados y a la gente. Inicialmente pensé que sería imposible que a Verónica se le agotara la sangre que necesitaba para alimentar sus curvas contundentes. Luego del primero te apuras otras dos copas, porque se acerca el momento de la actividad sorpresa y, sea lo que sea, tendrás que participar. Veo el reloj, seis y cinco. Llega la sopa y el medio sándwich. Eso le daba un aspecto infantil. Es autora de los libros Voy al Sur y La vida láctea (Planeta, 2018). Lo bueno es que te salvas de andar acalorada o apretando el buche durante la despedida porque, una hora después, cuando entras al salón privado del bar que alquilaron para celebrarle a tu prima, lo primero que hace la organizadora es entregarte una camiseta rosada que te acredita como invitada oficial del homenaje a la Flaca. No me bañé nunca, ni una sola vez, y me comí un tarro de Milo sin que nada de eso me pareciera divertido. Por un momento pienso que es mejor. Me pregunta si me voy a casar con el que ella llama mi novio. Leía un poco más. —¿Necesita algo? Camina en puntillas sobre el asfalto lleno de piedras pulidas por el paso de los autos. Ella me dice que si sucede conviene y yo mando unas manitas que rezan. Allí está él. Nunca las lenguas húmedas de extremo a extremo. Iba a enloquecer. Escribe para la revista latinoamericana Volcánica , el diario argentino Página 12 y el portal feminista LatFem . El pronóstico del clima dice que este sol no calienta. Quiere gritar. Expandirse es hacer que la temperatura exista. * Su madre se metió al cuarto y tiró la puerta. Cómo no se va a dar cuenta si el baño no tiene ventanas. Me salto cualquier especificación sobre mi educación, mi procedencia, mis intereses, y escribo una frase con mis intenciones: «Sin rodeos». Claro que no. Jalisco, Aromaterapia Relajante Para Perro Golden Dog 250ml, Tijuana, En mi cabeza voy escribiendo lo que me pasa. 'page_name': 'LUX_listing', —dijo apoyado en el marco de la puerta de mi cuarto. He mirado, quedaron varios puestos vacíos, demasiados, se resquebraja mi trinchera, qué bueno decirle a una de las cinco personas que quedan que se reubique. Ahí estaban, activos, intentando sostenerla sobre una piedra de río. —Está nerviosita —murmura la radióloga, mientras introduce con fuerza la aguja larga que ha querido enseñarme para no dejar nada a la imaginación, en un gesto que demuestra que este no es el más aterrador de sus instrumentos. var dataLayer = window.dataLayer = window.dataLayer || []; Habla en clave con alguien. UU. Escritora graduada en Filosofía y Letras, con maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Leiden en Holanda. Al poco tiempo de mudarnos a vivir juntas me había revelado que le era imposible separarse una falange de la otra. A veces ella contaba, a veces yo. Uno, dos, tres. No se comparte. No sería mala idea refrigerarla mientras la ofrezco, quizá la reciban. Mamá apenas si salía de su habitación. Era la única persona a quien le hablaba en el hospital. No sabe y nunca sabrá que está ante mis ojos y que no es él, es todo aquello que yo quiero que sea. Me pongo a pensar que hay cosas que deben venir de muy lejos, en lo bella y casi poética que es esa red de cuadros transparentes semiblancos, semimorados que hacen las dos con sus manos. Yo se lo recogí, como hice con todos sus regueros en el breve lapso que duró nuestra vida juntas. Me manda diez o doce, todas sin ropa. Sólo había visto un ternero recién nacido una vez. Color Blanco: Me puse la manta gris que estaba empacada en una bolsa plástica transparente y pensé que podría dormir en esa penumbra en la que centelleaban las luces verdes con diminutos cinturones de seguridad desabrochados. Un par de zapatos bajos por si tenía que correr, un atomizador con cloro. Mi hijo está en Colombia y no puede venir a verme. Se esconden las pisadas sobre ellas y se envuelven en misterio. «A ver, negra, ¿cómo no vas a saber por dónde se tejen los hilos argumentales?», le repite en reuniones creativas, en las que Leticia debe adivinar por dónde los teje él, mientras descarga su neurosis sobre ella. Los gritos del paisa entran en el cerebro de Leticia como agujas de acupuntura. Subías unas escaleras y yo intentaba acercarme en bicicleta por un camino paralelo. Hoy me tomé un tiempo escogiendo una hoja seca. Ella dobló su mesa auxiliar y puso el plato sobre su regazo. Hace un calor pegajoso. Podemos decirnos sin los nombres. Entonces Verónica anunció que allí nadie estaba para sacar lombrices de una en una, y menos tantas. Luego asomas los hombros por la boca anchota de una blusita corta, también negra, para ver si puedes imitar la flacura legendaria de Olivia Newton John en la última escena de Grease , pero a ti tanto hueso no se te ve. El sonido del cununo arrebata el blanco a las paredes, derrite la pintura de aceite y esta baja como chorros de agua. Ella y yo todavía guardábamos el recuerdo de la redondez infantil y la prueba estaba delante de nosotras. ¿Vos me decís a mí que necesitás ayuda? En cambio yo estaba siempre ahí, entre papá y mamá. Va a salir toda reactiva y se va a alterar el experimento. Con las fotos en la mano, me levanté del piso y me senté en su cama por primera vez en treinta y un años. En la calle, con la maleta abierta, intento parar un taxi. Prejuiciosa y remilgada. Venta De Dogos Argentinos Ica - Ica - Ica. Cuando comentó el chisme con su madre —tenía que comentarlo con ella, obvio—, concluyeron que la razón del divorcio era absolutamente cínica, incomprensible y egoísta con el pobre viejo. Los leo todos. Me tranquiliza saber que puedo esconder las cicatrices debajo de la bata porque de todas maneras está prohibido quitársela dentro del laboratorio. Ella es escritora de telenovelas. Voy a comer, tengo que comer, una cucharada . Escribe que lo extraña y borra, que él la hace sentir poca cosa y borra, que ojalá no fuera tan poca cosa. Ya es otro día. Y, sin embargo, mi papá insistía en que éramos estrellas de mar. Ya de salida no puedo evitar la mirada angustiada de una mujer que se aferra al enorme sobre colorido. En la televisión del restaurante aparece Poli. Y es así como terminamos siempre discutiendo sobre lo que puede y no puede esperar de mí. Nos metemos un par de chicles a la boca. Haceme caso, gorda. Quedan dos hembras , multi rasas abuela de cachorros es pitbul con dogo argentino y abuelo cane corso con pastor ingles y padre de las cachorras es rotbailer con quiltra. —Gracias. Sos un desagradecido de mierda… Luciano se sale de casillas. Bondades que nadie imagina: que una mujer quiera darse en alimento, ella toda porque en el acto de lactar participa todo su ser. Un día estaba pelando unas papas para hacer unos ñoquis porque los ñoquis prefiero hacerlos yo, los que venden en el súper están llenos de harina y no tienen gusto a nada, son todos secos, parecen arena, así que prefiero hacerlos yo aunque sé que es un quilombo, y entonces estaba pelando las papas y el pelador se me resbaló por la mano y me corté acá, justo en las venitas estas, y apenas Antonio me vio se puso histérico y ni siquiera quiso que le calentara la comida. La doctora entró con el resultado. No sé cuándo me empiecen las náuseas y tenga que salir corriendo al baño. Emilia se dijo que a lo mejor este cáncer que invadía su cuerpo le enseñaría al fin a desterrar invasores. Miro mi mano abierta y vacía, y en ella puedo ver tu corazón latiendo. Estoy pensando en proponer que me pongan un catéter en la yugular, así sólo camino por los corredores y me van conectando los tubitos necesarios todos los días. 3334798370 Poli, así. Le gustaría ver ya a Tabú, pero si el tío dice no, es no. Las dos vivíamos en Bornheim, tomábamos el mismo bus, íbamos de compras juntas, nos hacíamos compañía —Beatriz hizo una pausa y bebió otro sorbo de agua—. Acabo de tomarme el café que ya está frío y la imagen de ese sapo se me confunde con la tuya. Pero no iba a echarme a llorar como había hecho papá. Tiene lo necesario: una cama sencilla, un escritorio en el que come, ve series y teje bufandas para vender en el trabajo. ¿A qué desorden aludía? No creo que le hubiera gustado ver esa besuquiadera, esa tocadera. Poli no lo vio y continuó: Y pensar que nunca las conoceremos todas, qué lástima. Le digo que hasta ahora los bananos son en lo único en lo que nos he traicionado. Eso preparé. Hoy no vienen pasajeras con prótesis, son lindos esos senos parados como colinas, así son cuando empiezan a crecer, al brotar sufren picazón, dolor, fiebre, se van hinchando, puedo afirmar que fui presa de un padecimiento llamado crecimiento de los senos, uno más sufrido que el otro. Mi abuelo estaba de pie al lado izquierdo de la silla, el derecho de la foto. El médico llena el historial en el sistema y la deja sola. Siente que le debe decir todo: que está prostituyéndose con su hijo por un poco de dinero para pagar unas deudas y salir de Argentina en cuanto pueda. Una vez pregunté por qué era bueno tener algo que muy pocas mujeres tienen, y ella se limitó a decir: «Algún día lo entenderás». Dice que come bien, pero si la ves te das cuenta de que es mentira. La pestañina se le escurría por las mejillas y sus lágrimas parecían negras. Mi padre nos llevaba del colegio a la casa en las tardes; su madre hacía la ruta de la mañana. Tu cuerpo ahora debe estar abierto como una flor carnívora, como uno de esos dibujos anatómicos y esquemáticos de los libros, mostrando los órganos de la lista en un orden impecable. Quiere sentarse pero no encuentra un lugar. Lo arrullo. Ojeo una revista de chismes de famosos, los conozco a todos, estoy enterada de los pormenores de sus vidas famosas y me asqueo un poco de que los estantes de mi cerebro estén rellenos de esos datos inútiles, pero no dejo de leer. Sentí cómo se ajustaba cada una de mis vértebras cuando reincorporé mi cuello y puse mi mirada sobre su antebrazo, que aún se movía sin tregua. Me gusta sobre todo enterarme de las familias reales, como a ti. Vaga por el barrio hasta llegar a la orilla de un canal. Pollo. La estética, la cosmética, la erótica, son varias las industrias que se alimentan de las tetas. Todos están felices. Pero después ella tuvo que mudarse. La lápida pregonaba: «Para una vida higiénica, diga adiós a los roedores. Sentí la pureza de la desesperación por placer. * Mamá se acercó en su traje de baño negro, sus gafas oscuras gigantes y su pava color fucsia. Yo me apoyé en la mesa. Hoy circulan todos los carros y las motos que hay en la ciudad; de prolongarse el trayecto, estos nódulos pueden convertirse en leche petrificada y febril. Llevé mis manos al cuello, al pecho, bajé, bajé más, y no pude llegar a la piel debajo de la piel. —Lo siento mucho —volví a decir. Teme aplastar al enano. Mientras lloraba aferrada al timón del carro y pedía una señal, supo que el cuerpo más deseable de todos era este: el único que le quedaba. El tren de aterrizaje del avión se desplegó con un estruendo. ), donde enseña Cine y Literatura Contemporáneas de América Latina. Una que es cuerpo y no puede, y una que es voz y nos manda. Luciano se ríe. Comimos en silencio. Aunque despelucada y pálida, me veía atractiva, como Concepción de Ulloa antes de concebir. Esquivo una bicicleta que viene directo a pisarme el pie. Están vacunados, revisados por el veterinario, desparasitados y tengo todos los registros del veterinario. No podía sacarme la imagen de mi hijo hecho un enchastre de salsa boloñesa… Y luego pasó lo del accidente… No sé si viene al caso. ¿No lo vas a guardar? (Verónica las guardaba para mostrármelas en la noche y yo las comencé a coleccionar). Las yemas de sus dos dedos se movían de adelante hacia atrás dentro de mi coño, como si dijeran «ven». Sin embargo, las Barbies y yo solucionamos rápido el problema: la volvimos nuestra empleada del servicio. Ella siempre quería saber cómo estaba yo y cómo iba mi trabajo. solo llamar reales interesados. Si fuera niño la llevarían al ordeño. Como parecía hablar en lenguas y rezaba en tonos muy agudos, una enfermera muy creyente especuló que era vidente y que la Virgen podría estar hablando a través de ella. Las figuras animadas parecían sedadas y sonreían al abrocharse los cinturones, al respirar con las máscaras de oxígeno puestas y al inflar sus chalecos salvavidas. Entre la retención de líquidos por el verano y la tensión con Gabo, su armario va a quedar reducido a piyamas viejas. Él más allá de la carne, los huesos y la sangre. Sin mirarla, le sirve uno y se lo ofrece. Acaba y se retuerce espasmódicamente. Poli me lo quita de las manos. De las sonrisas y las carcajadas que se resbalan por los andenes en las conversaciones largas. La ojeo pero no hay nada sobre la realeza ni sobre ti. Llego al patio de ropas. A los dos años de estar allá me quedé embarazada de Ernesto y cuando el nene cumplió cinco convencí a Julito de que nos volviéramos. Luego enciende el motor que contrae las cadenas y sube el auto a la plataforma. En el ascensor saca una petaca del bolsillo interno de su vestido. Lo que más me preocupó fue que no podría consultar nuevamente el nombre del hombre con el que tendría sexo en unos minutos. Pedirle que se quede a su lado. —No tengo ningún número, mi niña. Lo dijiste vos. —¿Querés gotas, Leti? Tener sexo habría implicado una culpa muy grande, un secreto que esconder de su mamá y del grupo juvenil. De noche, los pechos de Emilia dolían. Le escribo a Soni que se vaya sin nada debajo y responde que bueno, que me va a hacer caso. Le pregunté si sentía culpa por perturbarles tanto el cuerpo y luego matarlos. Ese era el tipo de movimientos que te atraían de mí, los de niña. Verónica no la pudo encontrar nunca. Él le había prometido que la invitaría al nacimiento del ternero que la abuelita Rosa le regaló de navidad. La foto más antigua en la punta más zurda y la más reciente en la extrema derecha, siguiendo la imagen mental que tenemos del progreso del tiempo, de dónde empieza y en qué dirección se mueve. Mi amiga Nora —siguió—. Por qué se evidenciaban las clavículas y las costillas, por qué ese cuello tan largo como de ganso, por qué las piernas sin carne y sin gracia; dónde estaban los rollitos que anunciaban la buena salud, la fuerza física de su linaje. Leticia voltea a mirar a los agentes y vuelve a mirar la botella, con terror. Tras un tacto rápido con el que recorre la circunferencia del seno diagnostica, confiado, un ganglio inflamado. Puso un billete sobre el mantel, llamó a su chofer, le pidió las llaves del carro y lo mandó a casa. Yo sola no me atrevía a mandarla a la pieza del rebujo. —Mira a Leticia de reojo y busca a uno de sus compañeros, un policía gordo al que le queda pequeño el uniforme y suda como un caballo al galope. —¿Quieres sentarte en la ventana? Te salvaste por esta vez, mamita. A mí me dijo que habría sido más prudente deshacerse de las compañeras intestinales de la mujer poquito a poquito y no con el golpe contundente de veneno que ella había decretado. ¿Es que la humanidad entera tiene que pagar por tus kilos de más, Leti? Me contestó con monosílabos indicando que todo iba bien. La piel frita se le desprende. Las botellas de vino entrechocaban con el movimiento del carro de las bebidas. La quiere poseer. Quería que parara y me dejara salir corriendo, pero al mismo tiempo quería seguir y saber qué pasaría si me dejaba llevar. Un pito. El nombre no se estremece. No quiere imaginar lo que en este momento están diciendo. Comenzó a mover su mano sin que se detuvieran sus dedos y así la intensidad aumentó. Vuelven los mareos. Nada que ver con como estoy ahora. En el 63 habían hecho la transición. Mildred siempre le contaba a su madre de su jefa y ambas la juzgaban. Ningún amante nunca. Hacía un año nos habíamos ido a vivir a Bogotá. O res. Mi mamá me pregunta si me deja en el ascensor o si parqueamos juntas. Él se los comía en silencio con una cuchara, como un niño. —Buen apetito —le dije a Beatriz con una sonrisa. Tenés que hacer que cada cura de cada barrio de Brasil sienta ganas de cogerse al pibito de la esquina. Siente que el estómago se le revienta. La gente lo conocía, su cara salía en los periódicos y en las revistas, salía en los noticieros. Sólo si querés. Los asistentes al evento, unos sentados, otros en pie, bailan, cantan y se emocionan con la música. Todo estaba quieto y vacío. Se lamentaba: «Habrá que meterle relleno en el pecho para que no parezca un muchacho». Pero la verdad es que se me olvida cuando pienso en la plata que voy sumando. Temprano en su matrimonio, cuando los negocios de Alejandro prosperaron, la intimidad de su casa fue remplazada por las camionetas blindadas, los choferes y los escoltas que entraban y salían a horas impensables. Pendeja. Algo que vos nunca pudiste hacer, fea. Revisa tu bandeja de entrada y haz clic en la liga para reestablecer tu contraseña. Ella preferiría no vivir ahí. Le confesé que pasé los últimos años de colegio manoseando la espalda de una amiga a quien admiraba en demasía, y por eso creía haber llegado a comprender cómo se trepaban y trenzaban, desde las nalgas hasta la cabeza, los músculos que acompañan al espinazo. Colgó después de algunos monosílabos. El mundo fue perfecto por ese par de segundos. Estar ante unos ojos es dejar de ser uno mismo. Su mamá le ha dicho que debe comportarse. Ahora no se puede, responde el tío distraído. Estado de México, San Luis Potosí, Imagino el tamaño de tus órganos, tus órganos adultos, metidos en el cuerpo de un infante. Y le dije que claro, que no es necesaria la presencia directa de las cosas para sentir su fantasma, para que estén por ahí rondándonos, quién sabe hasta cuándo. Y la planta del pie se enfría, se parten los labios, arde el último rasguño del gato, el cuerpo tiembla. Me acuerdo de Pilar, que tres años atrás, cuando nació el primer bebé de esta familia, en una casa en Galicia cortaba cebollas moradas sobre una coca plástica sin mirar. Al salir, tropecé con un hombre vestido de negro que llevaba un perro atado por el cuello a una cadena metálica. Vive con su mujer y mis dos nietos. Con el braceo vigoroso que me ayuda a aumentar la velocidad durante las repeticiones de cien metros, siento el escozor producido por el roce con la ropa. bulto de 8 kg razas pequeñas. Es que tu corazón tiene que ser enorme, musculoso. —Los patitos se volaron —dice. La sangre de uno mirada por otro cuya sangre es mirada por alguien más y así, quizás, hasta el infinito. Cachorros poodle macho No tiene idea de que ahora conozco más cosas de Karol que lo que ella pudo averiguar al verle las entrañas y escucharle los secretos durante esos días de dolor. No tiene idea del mundo real. Miss Piggy cachetes colorados. Vive en Brasil, donde escribe, enseña y cursa un doctorado en el que investiga sobre narrativas y lectura. Si Emilia no tuvo sexo hasta el matrimonio no fue por falta de deseo, sino por el pánico a que un chico palpara su deformidad. También perdí mucho tiempo. ¡Ah!, la mirada es centinela, los pasajeros mi trinchera, bajo estas condiciones queda reducido; y no sé si como mecanismo para preservar mi tranquilidad, le percibo un cierto aspecto de orfandad. —Tengo algunas porque me quedé sin pelo. Despabílate, mija, que se te está acabando el tiempo. ¿Y si Boston está lleno de ratones enfermos y deformes transitando por el mundo subterráneo tras liberarse de sus verdugos? Beatriz puso su mano en mi antebrazo. No tocas el nombre. Los caminos llenos de hojas, tierra seca y tierra mojada, pisadas de animales existen porque se expande la espalda. ¡Vamos a verlo! Esta vez no logré ponerme triste. Nunca hizo el camino de Santiago que su marido calificó de moda hípster, no pagó sus propias cuentas, ni ejerció su carrera, ni quebró un vaso. ¿Poli? Pero una mancha azul en el pecho interrumpía de forma evidente la blancura de su uniforme. Nachita techa mi choza, pero quién techa la choza de Pachita Chucena, nadie. —Gracias —le dije. Me fumé un cigarrillo en una cabina de fumadores con un aviso de Camel, rodeada por anillos azules de neón. —Invadida por un extraño rapto de fiesta y descontrol, la otra gemela alza los brazos y grita como si fuera a empezar la banda sonora de su vida. —Leticia prefiere la verdad. Mis pies flotan libres en el aire caliente y el bebé vuelve a dormir. —¿Las notas? Acuéstala sobre el mantel igual que a un cerdo sagrado y túmbate a su lado; descansa encima de ella las papitas fritas y las minihamburguesas y toma su mano. Camino por el apartamento cargando unas tetas grandes y acaloradas. Metió un dedo adentro de la vagina y entonces sintió una molestia pequeña. Se siente a sí misma. Estoy flaca, no me reconozco. Te las comés, tic, tic, tic, y cuando soplés en la maquinita a lo mejor te salvás. Es que anoche no dormí nada —dije. Libro original nuevo-sellado, en súper impecable estado. Percibí en su voz una tenue carraspera. Leticia no sabe qué pensar. El enfoque de mis ojos pasó a un pequeño lunar sobre la parte izquierda de su nariz y pensé que cada vez que viera ese lunar iba a recordar que había amamantado a un hombre. Seguro asumió que estaría ahí como prostituta y que en una hora regresaría a casa. Rompen las gotas los techos, como se rompe el cuero de un cununo en un currulao. Sé que me va a decir que tengo que arreglar mis asuntos, que nada se compone dejándoles de prestar atención. Sus textos han aparecido en revistas como El Malpensante , VICE, SoHo y Fucsia . Los perros prefieren abrazarse a sus pantorrillas en busca de consuelo erótico. No es mío. En Argentina estábamos bien y yo estaba embarazada de Antonio, pero no me animé a sacarle la idea de la cabeza. Faltaban cuatro años para que mi papá le naciera a una mamá que no le pondría la menor atención. Que quede en el récord —dice con orgullo de veterano el flaco. ¿Cómo explicarle a mi abuela que todas mis amigas de natación nadaban? No gasta mucha luz. Le pregunté por la alimentación, por la herida interna, por las cuerdas vocales, por la sensación en el esófago. —Bueno. —Mi vida, el supermercado estaba lejísimos. A Verónica le hizo gracia la idea. —susurra Leticia, mirando a su alrededor, como si hubiera dicho «matemos a alguien en este parque ahora». La mira. Probé la sal de su cuerpo y sentí que ya no podría vivir sin ella, ni sin el roce de sus vellos en mis mejillas. No sea terca. Le da vueltas. Piensa que morirá como una rana que se acomoda a la temperatura del agua. Unos días antes de viajar, íbamos en el Nissan verde manzana, un carro muy viejo que a papá le gustaba manejar. Cuando el avión alcanzó un grado de quietud ingrávida, la azafata pasó por el corredor pidiendo que cerráramos las persianas, o las cerraba ella misma cuando el pasajero de al lado de la ventana estaba dormido. —No se dice matar —me corrigió—. Diseño colección: Josep Bagà Associats Fotografía de cubierta: Paola Rojas ©Juliana Ángel Osorno, 2019 ©Juliana Restrepo. ¿Y si en unos años le da por pedirme consejo sobre las profesiones médicas y yo no sé qué recomendarle? Me habría sentido obligada a, quizá, compartir mis hallazgos. —¿Vos estás en pedo, nena? Mi instinto me dice que intente correr, pero no me muevo porque sé que la Poli que está en el piso no es mi Poli. Paola Guevara (Cali, 1977). Añadió que mientras estudio podría vender mi sangre u ofrecerme para experimentos médicos de todo tipo, de esos que hacen en los grandes hospitales, que ella podría irme avisando (no sé si lo dijo en chiste o en serio). Y el órgano palpita por primera vez dentro del pecho del niño, pero ya no cabe nada más y los doctores no saben cómo cerrarlo. Es lingüista de la Universidad Nacional de Colombia y magíster en Lingüística de la Universidad de São Paulo. ¿Puedes creer? Todas tenían a donde ir menos mamá y yo. ¡¿Qué?! —Eso debe ser que el niño tiene calor. —Una cantidad. No hay mensajes nuevos. No descarto que haya mujeres capacitadas para sentir orgasmos por estimulación en sus senos, pero, en todo caso, la caricia o el beso no deberá revestir el menor atisbo de violencia o ferocidad, porque ellos, aunque resisten la voracidad del lactante, son delicados. La única habitación tiene una cama semidoble, una pantalla plana enorme y varias consolas de videojuegos. No razonas el nombre. A Leticia le llega el turno. —No. Atarrayarla para encontrarla. Trabajaba con el presidente, y aunque casi no lo veía, me gustaba contárselo a todas en el colegio de monjas. Una azafata nos entregó un par de audífonos y una manta a cada una. Abro la ventana para respirar el aire lleno de humo y ver al menos un poco más claras las montañas. Mejor, mucho mejor, la culpa ideológica se aliviana. Mi mamá se sienta al lado y le arregla las medias. No es necesario decir todo el tiempo oh, yeah, fuck me bitch, lick my pussy . * El consultorio está decorado con imágenes en blanco y negro de recién nacidos. Y menos aún de la incomodidad depresiva de aquella vez que Mildred decidió que no quería volver al grupo juvenil de la iglesia, en el que le habían enseñado, y gratis, todo lo que una madre sueña que su hija aprenda: la bondad, la humildad, la tolerancia, la mesura, el control, la contención, el sacrificio. Algunas veces, cuando niña, dormí allá; casi todas de imprevisto. Varias autoras Juliana Ángel Osorno, Juliana Restrepo, Alejandra Omaña (Amaranta Hank), Fátima Vélez, Andrea Mejía, Lina Tono, Mónica Gil Restrepo, Juliana Muñoz Toro, María del Mar Ramón, María Ospina, Melba Escobar de Nogales, Dayana Zapata Flórez, Andrea Salgado, Lina María Parra Ochoa, Isabel Botero, Mariángela Urbina Castilla, Adelaida Fernández Ochoa, Paola Guevara, Tatiana Andrade Mejía y Valentina Calvache. —Nora estaba muy enamorada de un noruego que la trataba más o menos bien pero tenía crisis depresivas dramáticas —siguió Beatriz—. Me puse ropa interior negra, una falda y una camisa básicas. Ese estudio siempre fue el lugar mejor iluminado de la casa. Cachorro … Cualquiera que me viera, menos mi papá, pensaría que lloraba por su muerte, incluso por su ausencia, pero lo que me llenaba la nariz de mocos era el recuerdo de su presencia de piedra. Después estira el brazo, se arremanga la blusa favorita de sapos rojos y, tal como lo ha dicho Gabito en su monólogo rebuscado, saca una fuerza natural de sus entrañas negras y llenas de bilis y le rompe la boca de una palmada seca. Quiero comer, pero cuando tengo la comida en la boca quiero vomitar. Aunque pensándolo bien, si fuera niño tendría que salir todo el día a caballo y eso sí que no le gusta: le da pesar con los animales, sobre todo con las yeguas preñadas, y además es incómodo andar a caballo todo el día entre el sol ardiente y el sudor y el cuero de la silla, y tener que llevar las riendas y los estribos tan cortos, y que sea prohibido agarrarse del cuerno porque no es elegante. Fue una viva imagen redentora: murió dando vida. Leticia reacciona y corre hacia la grúa. Tajalápiz dicen en Bogotá, en Cali decimos sacapuntas. Aquella mujer lo fue todo sin la menor reserva. —Niña, deje al niño ahí y se sienta y me acompaña si quiere mientras termino de hacer el hogao. Su relato «Pañuelos de papel» fue incluido en la antología bilingüe The Crisis Inside , publicada en Alemania. A veces quisieras encargar por internet uno de esos cuchillos profesionales que fabrican en Japón y rebanar tú misma la bolsita de grasa dura que te abulta el vientre bajo y la libra de carne que te sobra en cada muslo. Es agotador. Leticia come y bebe a la par del enano y su pequeño y excéntrico grupo de amigos. Nunca quiso tomar píldoras anticonceptivas, porque si ya su cuerpo era de su padre, de su madre, de su suegra, de su modista, del cine, de la televisión, del reino de las planarias, de Los Toreros Muertos, de su cirujano, de su marido y sus hijos, al menos no quería un cuerpo que perteneciera, también, a las farmacéuticas. Siente que ha llegado alguien de otra dimensión. Leticia mira la partida como si estuviera escuchando su sentencia de muerte. —me preguntó. EL DESEO ES UNA CICATRIZ María del Mar Ramón Vuelvo a casa después de un fin de semana de novio. var f = d.getElementsByTagName(s)[0], Ácaros María Paloma Echeverri Lombana era completamente distinta a la mamá de Mildred. Ella lo intentaba, yo no. Tomo aire y me calmo. Miles de feministas se manifestaron en contra de ser la mujer ese productivo objeto del deseo. Con la sola intención de trasladarme mi teta izquierda ha bombeado más leche, entonces me quedo quieta, lástima el desperdicio, mi niña no beberá la leche que rebosa la copa, no, ella tiene su teta con sus aditamentos extraordinarios. Ellos no sabían que esa foto era de hace más de un año y que en realidad no tenía ánimos de maquillarme como lo hice esa vez. Nadie merece esa camiseta vieja. Inspirate en vos, mujer. Pero con mamá no siempre era tan bueno y cuando se peleaban pasaban cosas terribles. La realidad de los orgasmos siempre supera la ficción. Pero ella no quiere hablar de eso. Él la rechaza. El espejo se me resbaló de las manos y se rompió en el suelo. Me explicó que había tenido un percance con el frasco de una proteína costosísima que necesitaba para un experimento. Su sueño, me dice, es estudiar Enfermería. —¿Estuvo mucho tiempo por fuera? Le echo hogao a la arepa. Fue al baño del piso quinto de la Facultad de Antropología, que es el que más solo permanece, cerró la puerta y empezó a quitarse la ropa para mirarse el cuerpo en el espejo. Salías en pleno invierno apenas con tu piel. En las sillas del centro del avión al lado de las nuestras un tipo estaba conectado a la pantalla viendo una película de karatecas que partían bloques de cemento en un paisaje urbano. Ahora me dice Verónica, pues la convencí de que no tenía que llamarme «doctora». Entre la tormenta se acurruca en la cama y busca la misma suavidad de Ladito en la manta de algodón ajena, y aunque no la encuentra al menos la manta le sirve para esconderse de la Virgen de Fátima y silenciar la Cabalgata Deportiva Gillette , el programa que sale del radio de la abuelita Rosa y que se escucha por toda la casa de muros y piso y barandas y techo de madera. —Es lo único que alcanza a decir entre dientes. Con diez palabras en otro idioma es suficiente. Nunca matar, nunca envenenar o hacer que les crezcan cosas locas en la cabeza. El único lugar que permanece intacto es el baño, con una tina grande, inmensa, perfecta para Leticia. Sí, mamita, pero cállese que la oye. Yo estaba ahí y era como si no estuviera, pero al mismo tiempo mi presencia era muy intensa. Y sus ojos, sus ojos estallaron en lágrimas. —Buscando la mina de oro, tan pendejos. Quise decirle que me gustaría meterme con ella a la piscina, quise preguntarle por qué nunca se metía conmigo a la piscina, pero me quedé callada. —Hace años que no compro ropa interior. Últimamente pienso: «Dios mío, si me le tiro a un carro y me mata, le estaría haciendo un bien a la humanidad». Así, así, él, así está él ahora ante mis ojos navegando mi espalda, creyéndose capitán, dándole órdenes, que no se doblegue, que se mantenga firme, que no sucumba ante el temor de lo desconocido. Por primera vez el enano observa los dientes de Leticia. Feminista colombiana, residente en Argentina desde 2012. Tenemos que vender el de ahora para que tu papá pueda comprar un sitio donde vivir y nosotras otro. Aptera Typ 1 4x4 RAV4 2 2 D4D DACIA Familiar Si anuncios Perú, PE : Resultados de la búsqueda Aptera Typ 1 4x4 RAV4 2 2 D4D DACIA Familiar Si Perú, PE | mercanuncios.pe Fue casi un accidente. El pestillo corrido dejaba ver el letrero rojo Occupied . Lote Color naranjo, morado y verde. No, no es pianista. Quiere ayudar a los colombianos, en especial a Leti; le tiene el ojo derecho incrustado en las piernas regordetas, de piel translúcida. Había cajas de jugo y varias botellas de agua destapadas. Pensé en encontrarlo colgado en la mitad de la sala o botado en una zanja y no quise llorar. —Gracias. Un gran sol rojo se desleía en la bruma de la altura. Carece de emociones. Su cuello estaba rojo por las quemaduras del sol. Él ante mis ojos. Tampoco aparece en la lista de las glándulas, pero si no estoy mal, también el hígado es una glándula y, desde luego, él sí aparece. Su rostro tenía algo cálido y abierto. Pan. Voy a caminar y a cargarlo. La perpetuación de la invencible raza humana. Entendí por qué mis tías y mis primas no dejaban que los niños se acercaran a Javier. Durante la tarde del día de su cumpleaños, Verónica recorrió corredores y habitaciones atiborrados de camillas, visitando enfermos, hasta que la llamaron a Urgencias para atender a una niña que yacía con la boca paralizada, como en pleno rigor mortis . Vengo de verlo en México. -Mide 60 cm de largo … ¿Los osos sienten algo bajo esa piel tan gruesa? No debe rogarle. La imagen de una vida tirada al traste. —Sí, mejor diles que no. Siempre he sido una mezcla de impulsos e inseguridades. Lo único que he alcanzado a averiguar es que, fuera de unas visitas de la trabajadora social del colegio y de dos sesiones con una psicóloga en el hospital, nunca más se mencionó el tema en su casa. Fernando Díaz dejaría ATV en el 2023. Cuando se armó de valor y prohibió a todos la entrada, incluso a su madre, se encerró entre dolores y lágrimas. El auditorio se pone en pie y aplaude efusivamente al grupo musical. ¿Crees que «lo siento» son palabras mágicas? A pesar de los gritos de las gemelas y de las risas del paisa, Leticia le saca los ciento veinte kilómetros al Peugeot 504 prestado de su jefe. Lleva puesto un pantalón que se le arrastra y al dar un paso, lo pisa y cae al suelo en el segundo preciso en el que los carros se aproximan. Miss Piggy cachetes más colorados, coff, coff, muñecas que se separan, salto a las sillitas playeras. Era muy delgada. —Ya me cantaron una canción hoy. Una noche, borracha, entré y me quedé dormida en una silla. * Cualquier cosa menos esperar, ¿no? Se equilibraban risueñas sobre una piedra. Juliana Muñoz Toro (Bogotá, 1988). … Es cierto, nunca usaste abrigo. Tiene los ojos muertos. Nuevo León, Gustavo A. Madero, … No he vuelto al mirador, no tiene gracia sin temor. —¿Cuál? Te miraba pero no decía nada, porque qué iba a decir, si tú disfrutabas la desaprobación. Creo que a veces sería mejor ser sólo una concha con diez palabras en otro idioma, sin toda esta complejidad. Si no lo haces te vas a quedar sola vistiendo santos y no vas a poder tener hijos. Me contó una historia que ya había escuchado antes. Elevarse sobre mi espalda hasta tocar los bordes de las copas de los árboles. Lote Color naranjo, morado y verde. ¿Qué pasó?, preguntó Poli con los dientes azules y los ojos más redondos y separados que de costumbre. … —Estoy de vuelta. RETORNO Andrea Mejía Manejaba un tal Max. Agaché la mirada. ¿Ya llegaste? Una bestia humana. Quien toca una espalda no entiende que sus tristezas y sus agonías también caen sobre ella. Ni las manos, ni las manos suaves, ni las toscas. Enganchamos el Maxi Cosi en la silla de atrás y cerramos las puertas, me monto adelante. Siempre me había parecido que existía algo de horror en esa representación de la calma antes de la muerte. Es una nueva era. Estado de México, Querétaro, Lo mira. Verónica creía que si algo habían aprendido los ratones bajo el cautiverio era a escaparse de las luces de neón y a huir de las superficies metálicas que reflejaban sus bigotes. Me siento como un preadolescente torpe y calentón, pero lo disimulo. Es el dueño de una productora que vende telenovelas de bajo presupuesto. Nunca. Unos brazos tan fuertes que parecen creadores del día y de la noche. Cierro los ojos, le toco el pelo, lo huelo. box-shadow: none; —¿Gripa? Los gritos de la madre se oyen nítidos. Leticia baja el vidrio de su ventana con esfuerzo. Leticia abre su mano y agarra, decidida, el mate. ¿La conocés? Desplazar de la mente todo lo humano y material que haya para sentirse y sentir. Revisé el match . —A ver, a ver, gorda del demonio, ¿qué tenés para darme? Sin embargo, tanto entonces como ahora, resulta estimulante cuando confesiones no pedidas dicen de la bella forma de los senos, de la turgencia humectada y el humor que exhalan; y hablan de cómo imbuyen ellos de palpitación al jabón de baño y al perfume. Si en la selva no hay Hilton. Al final decide no irse. Soy una persona sexy y vulnerable al tiempo. Punto. Verónica me contó que para ignorar la desazón que le producía la nieve perpetua que se aferraba a la avenida Louis Pasteur, se obligaba a mirar las baldosas y contar los pasos que daba por el largo pasillo de cristal que unía el edificio de oficinas de investigadores, donde estaba su cubículo, con el recinto de los animales. El alimenticio quizá convocaría políticas a nuestro favor. Sabes que está ocupado haciendo cosas importantes, dijo volteando los ojos. No las aguanto. Él le miraba la boca, los dientes bonitos y las comisuras ligeramente elevadas. —Flojísimo el chiste. Sacrifice . Era evidente que le gustaba escucharme. Recuérdale que las mayorcitas se casan primero. Imaginarlo caer, hundirse y elevarse. —Dime yo qué le voy a decir si me llama un domingo de estos con su voz ronca a charlarme de cualquier cosa como si nada —me suplicó Verónica. —¿Dejaste algún novio allá? Promete pagarle el auto a cuotas, pero Gabo no cede. Ahora tienes que hacer lo que la profesora diga. «Es una oportunidad que no se puede rechazar», dijo Karol, aunque no esté incluida en el plan. En todo caso no estaré viva mucho tiempo más. 'search_results_shown': '13', //FKMS score for the keyword Con rechazo hacia su delgadez extrema entró en la pubertad, que trajo desafíos inéditos. Nunca, ni una lengua, ni una boca, ni unas manos, ni unas palabras. Ronald F. Clayton Las ventanas estaban abiertas, quizá. El amarillo encendido de los mesones y el verde ácido de los muebles me hacen pensar en una venta callejera de mango biche, y aunque en otro momento me hubieran antojado de unas tajadas bañadas en limón y sal, ahora me producen malestar. No sé si se podrá hacer. Así dijo, «con todo». CACHORROS DE DOGO ARGENTINO El cachorro tiene 12 semanas y ha sido vacunado y desparasitado. Explícale el orden divino del universo. Abre el agua caliente hasta el límite y deja llenar la bañera. ¿Pero dónde pondrían la fecha?, pregunté. Diana tendida en la silla playera con las piernas tan abiertas que se le sale un alambre por detrás de las rodillas y Rosario sentada encima salte que salte. Respondía que andaba con mucho trabajo y que además estaba estudiando para unos exámenes de homologación médica que la obligaban a pasar todo su tiempo libre en la biblioteca. Pero ahí, encerrada en ese baño con espejo de cuerpo entero, recordar aquella lección le sirvió a Mildred para otra cosa: entender por qué siempre había huido del sexo. ¿Por qué cortan cebolla de la misma forma? Nada. Algo malo estaba pasando. Así que opté por seguir cultivando sus anhelos. Se lo doy a Rosalinda mientras voy al baño a hacer pipí. El sostén para la mujer lactante tiene abertura en la copa. Las cosas debían estar muy mal. Una vez me insinuó que la acompañara. Le mostré la foto del 83. Unos días atrás un percance callejero le había resquebrajado algo que ni yo ni ella sabíamos bien dónde localizar. Turnos: pipí de plastilina entre piernas de goma. Pensé en salir y decirle a mi tío Luis, que era el que más lloraba, que lo abriera él, que él sí la quería, pero una cierta náusea me advirtió que lo que podía encontrar ahí me interesaba especialmente a mí, que sólo yo podía interpretarlo virgen, sin que los otros lo editaran con la magia discursiva que convierte a los vivos despreciables en difuntos ejemplares. CONTENIDO Índices Juliana Ángel Osorno Dejar caer Juliana Restrepo Tierra húmeda Alejandra Omaña (Amaranta Hank ) El cuerpo de la nutria Fátima Vélez Retorno Andrea Mejía Pink Lady Lina Tono Paréntesis Mónica Gil Restrepo Piel de oso Juliana Muñoz Toro El deseo es una cicatriz María del Mar Ramón Dosis impar María Ospina Siempre mujer, siempre perfecta Melba Escobar de Nogales Cununo Dayana Zapata Flórez La llegada de Miss Piggy Vaquera Andrea Salgado La lista de tus órganos Lina María Parra Ochoa Romina Isabel Botero Placeres necesarios Mariángela Urbina Castilla Pan de vida Adelaida Fernández Ochoa El penúltimo cuerpo Paola Guevara Me ponés nervioso, Leti Tatiana Andrade Mejía Interiores Valentina Calvache ÍNDICES Juliana Ángel Osorno Cuando finalmente tuve el valor de decirle que había estado equivocado toda su vida, se me durmió la lengua. Gabo no lo puede creer. Me quité los zapatos y me senté en el tapete mullido de nudos. Pararse justo en medio del río, mientras las pequeñas olas mueven la canoa, y él permanece estático, pensando una estrategia para lanzar su atarraya y encontrar mi espalda, encontrarla y hacerla parte de su pesca. 'account_name': readCookie('usrnm'), Yo ya ni preguntaba por temor a recibir la misma respuesta de siempre: algún día lo entenderás. Mis senos están cargados. Entonces ella había durado varias semanas extrañando el ritual matutino de quemar panes al desayuno. Quedó bocarriba, la panza pálida y las extremidades extendidas sobre un charquito de agua. No me acuerdo qué preparé. Facultad de Geografía e Historia Buena Genética S/. Me incorporé para lamer sus oblicuos. En esa sucesión de dependencias. Lo que él realmente quiere preguntar es: ¿Qué piensas sobre lo que te acabo de decir? Quizás algún otro día en el que no hiciera match con nadie podría volver a verlo y darle la oportunidad de coger, pero una segunda cita implicaría charlar y preguntar por sus intereses y su pierna coja. Volví a la sala. Me pierdo en la infinidad de su cuerpo laberíntico y colisionado por los años y los choques. Pídele que no se case antes que tú, dile que ella es un par de años menor y que está varios kilos más flaca que tú. Poco antes de aterrizar, el avión atravesó una zona de turbulencia. La historia de una chica que se enamora de su padrastro. Me hundo y es una piscina de azulejos oscuros. Qué asco. Ningún amante nunca. —Qué estupidez. Me hizo caso: no trae nada debajo. Las tripas nos sonaban como un cascabel —dice una de las gemelas. Oí la moto una vez más antes de caer en un sueño pesado y cómodo. Es la revolución no revolucionada. Lo puedo llevar a cualquier parte de la CDMX o area metropolitana. Descansar la columna cada vez más arqueada, según los indicios de las radiografías periódicas. El día en que Karol fue dada de alta Verónica la encontró detrás de la cortina raída de la habitación, vestida con jeans ceñidos y ombliguera, mirando a través del vidrio opaco. Salimos al pequeño patio de la casa. Los anillos de la cadena tintineaban con los movimientos del guardia. Humedecer la espalda es hundirse en ella. —pregunté. Sólo lo dices porque eres una niñita, respondió mi hermana. Que yo, que sólo había estado cerca de la maternidad antes de un aborto espontáneo tres años atrás, había amamantado a un hombre. Ella había vaciado la bañera y había orinado con el placer derramado de la desobediencia, del chorro caliente por sus piernas; se había untado todo el cuerpo y hasta había probado un poquito y lo había disfrutado tanto que sintió que tenía que contárselo a alguien, rápido, y le preguntó muy pasito a Marlene que si había probado el pipí alguna vez y Marlene la miró como si ella fuera el diablo y le dijo que dejara de ser puerca y le contó a su mamá que la niña estaba preguntando cosas raras. ” Anterior Siguiente “27 – enero – 2020 | N-494361Cachorros en venta Haski, husky siberiano España, Valenciacontacto. Yo había subrayado algunas líneas. La universidad prometía alivio, pero la televisión fue invadida por los senos rotundos de Marta Sánchez cantando Desesperada , en cuya letra proclamaba «soy una mujer normal». Ella le da las gracias. Bueno, o como un yogur, dijo. Ebria como una cuba, y vaya uno a saber qué más tomó. —Antonio, 1983 —leyó. Pilas que el fantasma de la Viuda de pronto te regaña en la mitad de la noche. Qué hijueputa llamadera tan brava, contesto con un grito llorón. DEJAR CAER Juliana Restrepo El parto es una ruptura, un accidente. Le tiende una mano al policía. Si te hubieras visto, mama: parecías Goofy haciendo de gordo en el capítulo sobre los desórdenes alimenticios, abriendo la nevera a medianoche con miedo de ser pillado a pesar de vivir solo. Jugué un poco a perderme como el fotógrafo, a aparecer y desaparecer en las fotos familiares, a ser protagonista o narrador, o protagonista y narrador como Velázquez en Las meninas . Su llegada me tomó por sorpresa. Sobre todo cuando está con la familia de su papá, no debe olvidar tender la cama, llevar los platos a la cocina, decir gracias y por favor, evitar las groserías, no hurgarse la nariz, usar seda dental todas las noches y que ni se le ocurra hablar de lo primero que se le cruza por la cabeza. Jalisco, Monterrey, Sigue hablando. Parada bajo el bombillo amarillo que alumbra desde el techo, te aterras por un instante con la radiografía: la luz cenital acentúa la celulitis en tus muslos y dibuja sobre tu cara sombras que te hacen ver mayor. La sala fue llenándose poco a poco hasta que ya no quedaron sillas libres. Él tejió a mano la atarraya. Hablaron durante un rato largo de la familia, de Europa, de la pintura y la poesía en Colombia, y María Paloma alcanzó a pensar que los médicos alternochéveres en realidad eran unos ladrones que se creían psicólogos.

Metropolitano Lechucero Ruta, Venta Ilegal De Animales Domésticos, Recomendaciones Para Una Empresa Ejemplos, Frases De Victoria Santa Cruz, Grupos Musicales De Los 90 Mexicanos, Inventario De Flora Y Fauna, Urp Residentado Médico 2022, Trabajos En La Construcción En Canadá, Partida Arancelaria Del Café En Grano,

dogo argentino venta lima